Pero ahí, el director era el presidente del club de ajedrez, y el profesor de matemáticas era el campeón local.
Decir que esto marcó su vida, fue poco. Por un lado, llegó a campeón mundial, y todavía tiene el record por el tiempo que mantuvo el título. Por el otro, obtuvo un doctorado (su director fue Hilbert, nada menos).
Y en 1933, cuando los nazis le expropiaron todo, se exilió a Inglaterra, donde sobrevivió jugando otra vez por plata en los cafés.
Unos años después, los rusos le ofrecieron vivir en Moscú, donde jugó su último torneo y pasó a ser miembro de la Academia de Ciencias de Moscú.
Murió en Nueva York, en 1941, dando clases en la ciudad donde había vivido durante años, en la cual escribió su principal trabajo:
Módulos e Ideales, Mathematische Annalen, 60 (1905) 20-116