-"Como decíamos ayer..." -dijo Mairena cuando retomó su cátedra, tras casi sesenta años de ausencia.
Pero uno de los alumnos levantó la mano, interrumpiéndolo:
-Profesor, ¿no se habrá equivocado de aula? Ayer no tuvimos clases con usted.
Mairena se frotó las manos con una sonrisa. Tenían mucho que aprender estos imbéciles.
-Voy a asumir que saben leer. Por lo menos la mayoría.
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