25.2.09

1468.- Adios, Roberto

Andy y Bob eran inseparables.

Pese a que ambos dirigían firmas comerciales rivales y tenían que decidir si lanzaban o no un nuevo producto al mercado que, en caso de hacerlo una sola firma les reportaría ganancias espectaculares pero que implicaba la quiebra de una de las dos si lo hacían en simultáneo; o decidir si invertían el presupuesto publicitario en radio, diarios, o tv y en qué porcentajes sabiendo que todo dependía de cómo el otro lo hiciera, era común verlos juntos en distintos lugares y actividades:

  • jugando al tenis, donde habitualmente Andy debía decidir si servía al revés de Bob, más débil, o arriesgar al otro extremo, donde su tiro no salía tan preciso;


  • repartiéndose una cantidad de dinero, con procedimientos absurdos según los cuales Andy podía ofrecer un porcentaje arbitrario, y Bob sólo podía aceptarlo o rechazarlo, cobrando Andy de todas maneras la mitad del monto a repartir;


  • en partidos de fútbol, donde Andy debía decidir si convenía patearle un penal a la izquierda o a la derecha, considerando los porcentajes de efectividad de Bob al atajar en cada lado, y su precisión para dirigirla a uno u otro lado;


  • jugando al póker de una sola carta que era un número real del [0,1], y tras una ronda donde debían optar por apostar o pasar, ganaba el que tenía el número más alto;


  • envueltos en juegos absurdos donde se tiraba una moneda y según el resultado pasaban a elegir una carta de un mazo o tiraban cierta cantidad de dados con reglas que bordeaban lo incomprensible;


  • retándose a complicados duelos con un solo tiro, donde podían elegir el momento de disparar, aunque una vez que lo hiciesen estaban condenados a muerte si el otro aún no había disparado y sobrevivía al disparo de uno;


  • compitiendo en carreras de regatas, donde pese a que Andy le sacaba pronto ventaja y quedaba en la delantera, imitaba luego todos los movimientos de Bob...


  • Como serían de inseparables que un día fueron detenidos ambos, en celdas separadas, y aunque le ofrecían la libertad al que delatase al otro, se mantuvieron en silencio, sin acusarse (parte de la historia que los libros, descaradamente, omiten).

    * * *


    Un domingo a la tarde habían quedado en salir, pero como no habían arreglado un lugar, Andy dudaba entre ir al cine (porque tenía ganas de ver una película romántica que estrenaban) o ir a la cancha de Excursionista (sabía que era la opción favorita de Bob). Se torturaba pensando en que Bob tenía el mismo dilema, sabiendo que corrían el riesgo de pasar la tarde separados por satisfacer egoístamente sus preferencias o, peor aún, de pasarla separados por portarse en forma altruista simultáneamente (con el agravante de que hasta el sitio web de excursio te puede dañar, ni hablar de la hinchada).

    Mientras seguía dándole vueltas a esta cuestión, dibujando matrices de pago y árboles con sus opciones, interceptó un mensaje. Una tal Alice citaba a Bob en la puerta del cine, y sin poder creer que su amigo asistiera, Andy decidió ir.

    ¡Para qué! Ahí estaban, tomados en forma políticamente correcta de la mano. No le quedaba otra que retirarse de la escena, hasta que nuevos estereotipos le permitieran recuperar su lugar junto a Bob.

    1 comentario:

    Anónimo dijo...

    Se dice que la que ayudó a Andy a interceptar el mensaje fue una tal Eva.