Ahora, esto tiene sus problemas: no se conocía ninguna enfermedad tal, ni había signos de linces muertos por alguna peste desconocida, ni se veían linces enfermos paseando por ahí. Gilpin, que de gil sólo tenía la mitad del apellido, propuso que tal vez la enfermedad eran los propios tramperos.
La idea es interesante, y nos recuerda la paradoja de D'Ancona (post 1312) que llevó a Volterra a descubrir las mismas ecuaciones, si bien en este caso hay ciertas diferencias(1).
Razonemos un minuto poniéndonos en el lugar de un trampero.
Otra vez, el ciclo se repite.
Pero cuidado: este es otro ciclo. No es el del post 1310, donde se
habla del comportamiento de las poblaciones de una presa y su predador, ni el del post 1315, donde se intenta explicar un gráfico 'extraño' suponiendo que el ciclo representa las poblaciones de un predador y su presa.
Aquí, el ciclo obedece a la dificultad (o la comodidad) de atrapar un animal en lugar del otro, suponiendo que en igualdad de condiciones, el predador es más 'atractivo' que su presa para el trampero.
Pero cuidado (otra vez): estamos lejos de poder afirmar que esta es la solución del problema, y si no me creen, vayan mirando el gráfico en la parte del siglo XX...
(1) así como en época de guerra cualquier agujero es trinchera, combinado con que para el hambre no hay pan duro, resulta lógico que los tanos, ante la dificultad de pescar sardinas, se conformaran con comer rayas y tiburones. En cambio, entre una piel de lince y una de liebre, es creíble que sea preferible la del predador antes que la de la presa.
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